Viajeros en tránsito

   Ante todo, espero que la lectura de este post os aporte algo positivo y os trasmita lo importante que es vivir y disfrutar cada día con lo que tenemos a nuestro alcance, pero siendo conscientes del regalo que se nos concede cada vez que abrimos los ojos por las mañanas.

   ¿Os asusta la muerte? ¿Pensáis en ella? Sé que hoy empiezo fuerte, pero es que todo lo que estamos viviendo lo es. Para poner las cartas encima de la mesa y abriros mi corazón, os diré que yo no le tengo ningún miedo. Llegará a mi cuando me toque, que espero sea tarde, pero no la estaré esperando, me pillará ocupada viviendo…

   He tenido cerca de mí a personas muy queridas con opiniones y actitudes muy distintas ante la vida, o ante lo que cada uno creemos que nos queda de ella, porque en el fondo la muerte es simplemente la otra cara de la moneda. Y es que en muy poco tiempo he visto cómo mi mundo se vaciaba de algunas de las mujeres que han conformado mi nido, que me daban seguridad y sobre todo su amor y me he sentido muy triste dándome cuenta de que mi vida sigue casi igual, a pesar de no tenerlas a ellas.

   Pero, ¿por qué os cuento todo esto? Hace un par de noches tuve un sueño raro, de esos de los que te da pena despertarte… Varias veces en el pasado he vivido situaciones que me han acercado ‘al borde del precipicio’ y nunca he tenido miedo. He visto tan cerca cómo puedes estar un día aquí y al día siguiente estar… más allá, que estoy segura de que no debe ser tan difícil ese trayecto.

   Con esto de la vacuna, el Covid, la no atención de enfermedades importantes -porque ahora nada se tiene en cuenta si no es el dichoso virus-, me he dado cuenta de que cualquiera de nosotros puede ser una víctima de esta situación. Y en ese sueño que os comentaba, yo era la víctima, no sé la causa, pero moría. Y en ese momento, venían a buscarme los míos, mis queridos abuelos y abuelas -Elisa y Luis, Perpe y Ricardo-. Y mis padres, guapos ellos, y ¡tan enamorados!, porque al irse él tan pronto, fue idealizado por ella hasta el final de sus días, y para demostrarlo, decidió marcharse una Nochebuena con él, dejándonos plantadas a mi hermana y a mi… Y junto a todos ellos, mi querida amiga Olga. Mi luchadora, mi heroína, mi alma gemela. Que se fue sin querer, sin darnos cuenta, sin avisarme, sin despedirse, sin compartir conmigo todos los buenos momentos que nos quedaban por vivir.

   Y viéndoles a todos ellos esperándome y recibiéndome, no me importaba partir. Es verdad que me daba pena dejar aquí a los que tengo a mi lado, los que a día de hoy constituyen mi núcleo y mis raíces, los que me atan a la tierra, y los que todavía ‘creo’ que me necesitan tanto, pero me ilusionaba volver a encontrarme con todos a los que he querido tanto y que me abrían sus brazos tan alegres.

   Como soy muy afortunada, para cada hueco que ha quedado en mi vida ha llegado alguien nuevo que lo ha llenado e incluso lo ha rebosado -¡menos mal!-, y sé que hay muchas otras personas pasando momentos complicados, cada uno a su manera.

   Es importante abrirse y expresar lo que se siente a la gente a la que aprecias y que están ahí siempre, incluso sin hacer ruido y sin hacerse notar. En mi caso, una de esas personas es mi peluquera, mi querida Laura, una heroína que no se ha dado cuenta de lo importante que es para toda la gente que tiene a su alrededor, empezando por su familia y terminando por mí. Cariñosa, trabajadora, responsable, empática, optimista, profesional,… no es consciente de la super-mujer que es. Y ha sido ella la que después de contarle este sueño que os acabo de compartir, me ha hablado del libro ‘Viajeros del tránsito’, escrito por una oncóloga que ha sido testigo en primera persona de muchas situaciones difíciles que se producen en el viaje que todos debemos realizar entre la vida y la muerte.

   Me va a prestar este libro y ya estoy deseando devorarlo, porque si ella que ha pasado por la experiencia de despedir en menos de un año a sus padres cree que me puede ayudar, estoy segura de que será así.

   Ya os contaré mis impresiones, sabéis que cumplo mi palabra.

   Gracias como siempre por estar ahí!